El cura Fabián Castro tiene ahora la furia de los conversos. Y la descarga en las redes sociales, y en un blog ignoto con ínfulas: su cruzada de este tiempo es contra la ley de legalización del aborto, que tiene media sanción de la Cámara de Diputados de la Nación y que ahora está en tratamiento en el Senado.

Ha librado otras batallas: en 2012 amagó con silenciar la repercusión mediática de los abusos del cura Justo José Ilarraz, y quiso convertirse en vocero ad hoc de la Iglesia de Paraná, en esa sibila reunión del clero en Mariápolis posterior a la publicación del escándalo.

En su cruzada antiaborto -“muchos se refugiaron en la lucha contra el aborto para no hablar de otros temas”, dice un excura-, Castro replica todo aquello que aparece en las redes y que calce a la perfección en su ideario.

Hasta se ubica entre el coro de defensores de la inclasificable Amalia Granata, recientemente despedida como panelista de un programa de TV de la tarde. En su Facebook, replicó una campaña que utiliza las etiquetas #DictaduraMediática y #TodosSomosGranata.

Granata llegó a los medios por practicarle sexo oral a un músico inglés, escena privadísima que se encargó de hacer pública ella misma.

Granata ahora es portabandera: lleva siempre en su muñeca enlazado el pañuelo celeste con la leyenda “Salvemos las dos vidas”.

Eso solo ya es suficiente: Castro la considera una militante de sus filas.

No importa quién es Amalia Granata. Ni de qué lugar salió Amalia Granata. Defiende las dos vidas, y eso es ya mérito suficiente.

Castro se mofa de una manifestación por el aborto en Plaza 1° de Mayo, se burla del gobernador Gustavo Bordet. Esa es su ley.

Hay que destinar unos cuantos minutos y husmear sus publicaciones para advertir el pensamiento binario de Castro.

Da la impresión de que es sólo un buscapleitos, sin el más mínimo argumento.

Aunque ahora su militancia es contra el aborto, también se ocupa de vigilar la moral ajena. Así, lanzó a las redes un video en el que enseña “los cuatro tips sobre la tentación”, a saber: “la tentación no es un pecado”; “cómo es el proceso de la tentación”; “quién es el que tienta”; y “los remedios contra la tentación”. Es muy ilustrativo el videito en el que enseña a descubrir “quién nos tienta”. Muestra Castro cómo es la tentación: un dedo metido en una trampa para cazar ratones. Más claro, agua.

Su catecismo atrasa.

Castro tiene pocos amigos entre los curas. Lo apodan “el Roña Castro”, por su facilidad para buscar pleitos, enemistarse y crear situaciones de conflicto.

Alguna vez intentó una carrera universitaria: se anotó para cursar la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), pero al parecer ese camino no era el suyo. Entonces, se metió al Seminario Nuestra Señora del Cenáculo, y se hizo cura.

En un tiempo estuvo a cargo de la oficina de prensa del arzobispado de Paraná pero a juzgar por sus juicios enfáticos, no guarda buen recuerdo de los periodistas ni de los medios.

Cuando los escándalos cada vez más vergonzosos de los casos de pedofilia entre sus colegas sacerdotes fueron convirtiéndose en una bola de nieve que arrastró a toda la curia de Paraná, Castro guardó silencio: no dijo ni mu. No escribió en su blog, no posteó en su fan page de Facebook, no filmó un videíto, no distribuyó oraciones por whatsapp. No hizo nada Castro.

Pero ahora, con la furia de un militante de las causas últimas, se subió al carro triunfalista de los pro vida, y lanza ataques furibundos contra quienes defienden una postura de apoyo a la ley de legalización del aborto.

No mide a quién ataca, ni mira qué armas tiene. Mira el bosque, desatiende el árbol.

“Hay ignorantes que piensan que estamos en contra del aborto solamente por causas religiosas. Ellos hablan de que el aborto se debería aprobar porque es una cuestión de salud pública (así lo dijo nuestro gobernador Bordet)”, escribió Castro.

¿Y si el ignorante es Castro?

Utiliza Castro un razonamiento de Wikipedia.

“Creo que deberíamos tener en cuenta lo que se tratará en el Senado. Lo podríamos resumir en este principio que lo anima (aunque no lo digan así): ´un ser humano empoderado puede desechar a otro ser humano que entorpece su libertad´. Detrás de este principio vendrán muchas cosas no deseadas hoy por quienes lo sostienen. ¿Serán conscientes? Libertad, libertad… ¡cuantos atropellos se cometen en tu nombre!!! De paso sería bueno que no descuidemos que la aprobación en Diputados fue por un sorpresivo cambio de votos de diputados nacionales de la provincia de La Pampa. Acompañó a esto la publicación en el Boletín Oficial del otorgamiento de 400 millones de pesos a esa provincia que estaban trabados de hace meses.”

Al parecer, Castro está convencido de que su feligresía -sus suscriptores en redes sociales- no piensan demasiado y por eso utiliza una lógica de púlpito para lavar conciencias.

El proyecto de legalización del aborto es, según su tosca interpretación, una imposición del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Habría que convencerlo de que los continuos viajes al país de Christine Lagarde, mandamás del FMI, nada tienen que ver amargarles la vida a los pro vida: su preocupación es que el país ajuste tanto cuanto pueda, sin importarle si con lo que se ajusta es un pañuelo verde o un pañuelo celeste.

Castro, el cura militante, está convencido que es así: que legalizar el aborto es una imposición de los grandes centros de poder, de Estados Unidos, de algún laboratorio, del Banco Mundial, y de la izquierda que le hace el juego.

“Es triste que el Presidente Macri haya renegado de sus promesas. Muy triste para muchos que lo votaron por esas promesas. Ahora bien… es irónico que los grupos de la izquierda feminista (incluidos los peronistas), que nunca votarían al Pro porque es un partido antipopular, defiendan un proyecto de ley que es una entrega a los organismos internacionales de poder. A los que hacían esas cosas en tiempos de Perón les decían cipayos”, escribió “el Roña Castro”.

El problema de Castro no es su militancia de advenedizo, su fervor de converso, sino su falta de entendimiento, su poca inteligencia.

Son tan poco creíbles sus argumentos antiaborto basados en supuestos acuerdos e imposiciones del FMI como los pedidos de perdón de la Iglesia en los casos de abusos cometidos por sacerdotes.

No cree los argumentos que da el ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, cuando habla de los estragos que provocan los abortos clandestinos; no cree en el presidente Mauricio Macri; ni en el gobernador Gustavo Bordet.

Cree, sí, en Amalia Granata.

No conoce estadísticas de salud, no sabe del índice de muerte materna, no averiguó cuántas mujeres mueren por abortos en la clandestinidad, no analiza cuánto cobran los médicos de misa de domingo que practican abortos en sus clínicas. No tiene por qué saberlo.

Si lo supiera quizá podría rebatir con armas más legítimas los argumentos a favor del aborto, si es que eso intenta.

Difícilmente lo pueda hacer replicando posteos ajenos, escudándose en Amalia Granata, o dando tips contra la tentación.

Foto: Arzobispado de Paraná.

Fuente: Entre Ríos Ahora.

 

 

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