Un especialista graficó la forma en que se cometió el hecho. El abogado de la joven decidió que ya no asista.

La quinta audiencia se realizó sin Nahir Galarza. Tras el episodio del lunes, cuando increpó y le recriminó al fiscal Sergio Rondoni Caffa sobre la difusión de un video íntimo entre ella y la víctima, su defensa prefirió que no volviera a presenciar el juicio hasta el final. Así lo hizo saber su abogado José Ostolaza a los miembros del Tribunal sobre este pedido; y dejó abierto el interrogante si la imputada declarará en algún momento durante el juicio.

Sin Nahir en la sala, el clima ayer fue otro. Hubo distención y hasta por momentos hubo sonrisas por distintas situaciones que se vivieron a lo largo de seis horas de audiencia. Pero no por esto lo que se escuchó ayer fue menos importante a lo que se venía registrando hasta el momento.

Declararon los peritos miembros de la División Criminalística de la policía de Entre Ríos que tomaron intervención en los requerimientos que realizó la Fiscalía.

Uno de ellos fue categórico y prácticamente derrumbó la posibilidad de una muerte accidental. Lázaro Azcue explicó y graficó utilizando el arma 9mm secuestrada con la cual se asesinó a Fernando Pastorizzo y analizó la vaina servida y el proyectil que pudo ser recuperado de la casa donde impactó. El resultado fue inobjetable: El proyectil, la vaina y la pistola están directamente relacionados.

Para determinarlo realizó un trabajo comparativo y microscópico con otro proyectil y otra vaina que fueron disparados por la misma 9mm. Pero además, Azcue habló sobre las características personales de cada arma que difiere de otras similares en su fabricación, porque cada una tiene su “personalidad” haciéndolas a cada arma única.

Pero lo más importante vino después, cuando se lo interrogó sobre los disparos que presentaba el cuerpo. Para este perito la mecánica del hecho no tiene dudas. El primer disparo se ejecutó por la espalda y el segundo sucedió cuando Fernando Pastorizzo estaba tirado en el piso, con su pierna derecha aprisionada con la moto.

La defensa trató de cercar al especialista, tratando de poner en crisis razones obvias de la metodología, pero Azcue se mantuvo firme y hasta aseguró que tras el primer disparo, “el tirador se acercó a la víctima y le disparó a no más de 50 centímetros”.

En referencia a la hipótesis defensiva, que los disparos fueron accidentales, el perito opinó que el segundo disparo no es de ninguna manera involuntario y lo explicó. Suponiendo que la primera de las dos ejecuciones haya sido involuntaria, es decir que se escapó el disparo, el arma debe caer automáticamente de la mano porque no estaba agarrada correctamente por la simple cuestión de que no estaba previsto ejecutar el disparo. Sin embargo – y siguiendo el relato de Nahir Galarza de la segunda declaración – ella nunca soltó el arma e incluso se trasladó hasta el lugar donde estaba la víctima y ejecutó el segundo disparo.

 

El primer tiro lo mato

Marcelo Benetti, médico del Cuerpo Médico Forense de Entre Ríos, fue quien realizó la autopsia de Fernando Pastorizzo. El especialista en cirugía general, que practica unas 90 autopsias anuales, concluyó en su informe que el disparo que ingresó por la parte media de la espalda con una dirección ascendente y de izquierda a derecha fue el que le produjo el fallecimiento casi instantáneamente.

El segundo disparo ingresó por el frente del cuerpo, a solo tres centímetros de donde estaba el orificio de salida del primer disparo, y salió a la altura del omóplato. Este tuvo una dirección de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba.

“Esta lesión – la que originó el primer disparo – al atravesar el pulmón causa la inconsciencia inmediata”, señaló Benetti. Este forense explicó que los dos disparos fueron vitales, porque en ambos casos la víctima estaba viva, pero fue el primero el que causó una descompensación hemodinámica aguda el que generó su muerte casi instantánea.

 

Otro argumento que se cae

Mariano Zavala, un perito criminalístico de Gualeguaychú, especialista en accidentología vial, fue el encargado de realizar la planimetría sobre el recorrido de la moto y la mecánica que tuvo hasta su disposición final.

Este perito aseguró que en el lugar había una sola huella de moto y que la velocidad a la que transitaba Fernando Pastorizzo era de poco más de 12 kilómetros por hora y que por la posición en la que estaba la moto y el estado que presentaba, “venía a muy baja velocidad o se encontraba detenida”.

No hay huellas de zigzagueo o de una frenada abrupta. Todo lo contrario, del análisis se desprende que si la moto hubiera transitado a una velocidad mayor, la inercia de la caída sería otra y esto además hubiera incidido en roturas en los plásticos del rodado.

 

Cómo sigue

El juicio continuará el jueves con la declaración de los peritos psicólogos y psiquiatras que practicaron el examen a la imputada. (La calle)

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