La educación de Entre ríos, en sintonía con la del país, se encuentra en una situación crítica.

Según la Unesco sólo el 43% de los chicos en Argentina termina el secundario en la edad esperada y el Ministerio de Educación de la Nación publicó en 2015 que sólo el 34% de los enterrianos que se inscribieron en el secundario en 2010 logró terminarlo en 2015. “Garantizar la educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida” es uno de los Objetivos de Desarrollo 2030 de la Organización de las Naciones Unidas.

Los resultados publicados este año por la evaluación Aprender muestran que, de los alumnos en el último año del secundario en la provincia, más del 70% no puede resolver un problema complejo de matemática, y casi la mitad, el 47%, apenas logra un nivel básico o menor a la hora de trabajar un texto narrativo literario de mediana complejidad. Este contexto exhorta a los distintos sectores de la sociedad y al Estado a replantearse cuáles son las prioridades a la hora de formular las demandas y de planificar las políticas públicas de mediano y largo plazo.

La sociedad del conocimiento, la del siglo XXI, considera como uno de los recursos más valioso la capacidad de pensar, crear, innovar, trabajar de manera interdisciplinaria y colaborativa que tienen sus ciudadanos. En esto, la educación es el proceso fundamental que permite a los jóvenes adquirir las herramientas necesarias para desarrollar su potencial en los cambios abruptos que vivimos, transformando no sólo su vida, sino impactando directamente en los entornos en los que cada uno se desenvuelve.

Según los expertos en educación, el abandono escolar se debe principalmente a la inserción temprana al mercado laboral, a dificultades económicas para sostener la cursada, a una situación de embarazo, y a una estimación de la escuela media como “innecesaria” o por fuera de los intereses de los estudiantes. En este contexto, es pertinente indagar sobre los factores de mayor impacto en el aprendizaje de los chicos y diseñar acciones estratégicas que incluyan la participación de los distintos actores que conforman el proceso educativo. Existe una gran diferencia de rendimiento entre la escuela pública y privada, sobre todo si tomamos la matemática como ejemplo. El 46% de los alumnos del ámbito estatal obtienen un nivel por debajo del básico esperado, mientras que este resultado se circunscribe solamente a uno de cada cuatro estudiantes de los que asisten a instituciones de gestión privada. La diferencia es aún mayor en los niveles de rendimiento más altos: se duplican en el nivel satisfactorio con el 19% en el público, y un 37% en el privado; y en el nivel avanzado, esto se triplica.

Uno de los indicadores que explica estos resultados alcanzados está directamente vinculado con el nivel educativo logrado por las madres. Casi 9 de cada 10 jóvenes que obtuvieron un rendimiento básico o inferior, tienen una madre que no pudo terminar la primaria. Otro factor que resalta es el nivel socioeconómico: el 88% de los chicos de familias carenciadas sólo logra un nivel básico o inferior de rendimiento en matemática. Las posibilidades de que un joven alcance el nivel satisfactorio se duplican y triplican para aquellos alumnos con nivel económico medio y alto, respectivamente.

La educación debe ser el norte de nuestra agenda política. Precisamos fortalecer el sistema educativo de la provincia con estrategias integrales que permitan acompañar las trayectorias educativas de los jóvenes evitando el abandono, promoviendo el reingreso y la finalización de la escuela media. Esta ardua tarea requiere del trabajo articulado de los distintos actores de la sociedad civil y, por supuesto, de un Estado que lidere.

Ileana Fernández Escobar Licenciada en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires y candidata a Magister en Administración y Políticas Públicas en la Universidad de San Andrés. (La calle)

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