La sobreoferta de producción ante la baja del consumo interno hace que las firmas avícolas decidan comenzar desde septiembre con vacaciones anticipadas para sus plantas de trabajo.

La industria avícola comenzará a anticipar vacaciones a sus empleados a partir del mes próximo debido a la situación de sobreoferta de producción que tuvo el sector, que no encontró un equilibrio entre el consumo interno y las necesidades de exportación. Así lo expresó Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), que agrupa a la industria productora de pollos.

 

Sobreoferta

Pese al momento que afronta la actividad, el directivo confía en que habrá una recuperación del consumo en los próximos meses, pero actualmente por la sobreoferta, las empresas están comercializando el kilo de pollo por debajo del precio que, argumentan, permitiría cubrir su ecuación de costos. “El sector debería vender el kilo de pollo a 24 pesos más IVA a salida de fábrica, y hoy estamos en 19,50 o 20 pesos más IVA en el mejor de los casos”, explicó el dirigente y reconoció que hay industrias que han desarmado líneas de producción para reducir la oferta. De hecho, contra una producción de 2,12 millones de toneladas logradas en 2016 para este año el sector cerraría con un volumen de 2,02 millones de toneladas. “Vamos a estar en unas 100.000 toneladas menos”, señaló Domenech.

 

Recorte y vacaciones

Mientras algunas empresas recortaron la producción, otras lo están haciendo ahora, y en ese marco se inscribe el plan de anticipar vacaciones al personal. “El sector está muy complicado y hay empresas con dificultades. Se han anticipado vacaciones y en los próximos 60 días se van a dar más movimientos de este tipo. Lo que debería empezar en noviembre-diciembre se va a dar en los próximos 15 o 20 días”, precisó.

Según explicó Domenech, la merma en la producción que se aplicó en la actividad es, entre otros objetivos, “para evitar una guerra de precios”. En esta línea, apuntó: “Algunas empresas hicieron la reducción de producción y están encontrando un equilibrio. Estamos tratando de evitar la guerra de precios y preservarnos para adelante, porque esto va a cambiar”.

La última mejora en el tipo de cambio podría darles más competitividad a las exportaciones. Cabe destacar que se estima que el año cerraría con un volumen de exportación de 220.000 a 225.000 toneladas, mientras que en 2016 se habían colocado 214.797 toneladas, volumen un 12% inferior al del año anterior incluso, lo que marca la caída del sector de uno de los principales polos productivos entrerrianos. (La calle)

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